De nuevo a las andadas, pero unas diferentes.

Hoy platiqué largo y tendido con un muy buen profesor, guía emocional y -por qué no- amigo. La verdad, cada que tengo una conversación con él, es como una especie de segunda terapia. Esta persona, usualmente, critica, de manera constructiva, las letras de mis canciones: ritmo, métrica, rima, melodía, armonía, clímax, resolución o no del asunto a tratar...

Lo más importante viene cuando esa parte de la crítica queda atrás y entonces comienza el análisis emocional. Las canciones que le enseñé hoy, eran, más bien, como por encargo. Me dijo algo como:

"Ya te demostraste que puedes hacer algo que te pidan. Me consta que sabes de métrica, de rima, de versificación. Lo importante ahora es imprimirle tu sello; involucrarte a través de tu experiencia. No le tengas miedo a poner tus emociones y tu sensibilidad en tu trabajo."

No pude evitar acordarme de todo lo que ha pasado en los últimos meses: rupturas, rupturas everywhere. También recordé las canciones que he hecho recientemente: mucho más personales y más encaminadas al centro de mi yo.

"El que dice que siempre le va bien, es un pendejo o un cobarde."

Y es verdad. Durante las últimas canciones no he parado de llorar, por diversas circunstancias, pero me ha servido para hacer catarsis.

En la vida, como en la música, uno debe aprender a improvisar y lo que no pudiste resolver en su momento, ya pasó.

Eso fue, básicamente, el resumen de una larga conversación.

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A ti, ¿qué te digo? Quisiera que no te tomaras las cosas tan personales. Quizá te pasa porque durante un muy buen rato, mis satélites giraron sólo a tu alrededor. Las cosas están cambiando y no todos mis comentarios van dirigidos a ti. Algunos ni siquiera van dirigidos a alguien y son meras notas.

Una vez más por acá.

Hace mucho que no escribo aquí. Hace mucho que no sentía la necesidad. Hoy retomo este espacio como parte de la nueva etapa que estoy viviendo en todos los aspectos de mi vida (personal, familiar, profesional, académico).

Retomo este espacio y, al mismo tiempo, no es así de simple. En los días siguientes estaré realizando actualizaciones, borrando entradas, agregando links y etc., todo con el fin de hacer de éste, un nuevo y limpio lugar donde pueda dejar un récord de mis trabajos y de mis subidas y bajadas. Como querer arrancar hojas de una libreta y agregarle otras tantas.

Este espacio me ha dejado mucho y no pienso simplemente eliminar entradas al azar. Es por eso que tardará un poco en llegar a ser lo que espero. No quiero un blog totalmente nuevo, pues, como en la vida, no se puede esperar que las experiencias simplemente desaparezcan para reemplazarlas con otras.

Bienvenido sea el que lea estas líneas.

Pórtense como sean felices.

Siempre es lo mismo...

Siempre ocurre algo así. Es un detalle, algo mínimo, una falta de atención. Ya ni siquiera sé si ése es el problema o el hecho de que siempre, SIEMPRE, dices que no vuelve a pasar, que vas a poner atención, que me lo vas a demostrar y termina en algo como hoy. Yo, pendejamente, decido creerte, en lugar de aprender. Soy de esos animales que no sólo se tropiezan con la misma piedra más de una vez, sino que la busca para tirarse sobre ella.

Cada vez es más complicado creer que no volverá a pasar; cada vez estoy más convencida de que debo aprender, aprehender y nada más. Siempre me es más fácil creer, sin dudar, sin preguntar, sin cuestionar. Pero, hoy te digo, ya no me lo voy a permitir, porque siempre, SIEMPRE, termino decepcionada.

Es una lástima que hayas perdido todo eso, porque creer es una de las cosas que pocas veces entrego así -y en este sentido- de mí. Hoy, por mí, debo dejar esto atrás, pero ya no sin ignorar la lección.

Me preocupa...

Sólo quiero que las cosas se resuelvan de la mejor manera posible y poder reírme, también, un día de todo esto.

Gracias por estar aquí cuando te necesito. Tú no te vayas...

Llueve y me dan ganas de escribir

El día de hoy empezó mal, mal. Desde el inicio, no quería levantarme, me escapé de mi clase de Probabilidad para sólo llegar a mi casa a hacer nada, fui a quejarme del servicio de internet de mi celular para que me resolvieran nada y llegué temprano a clase para que me dijeran -de nuevo- que mi profe no vino y no me quisieran adelantar instrucción por egoísmo puro.

Ah, por si fuera poco, aquél estará en mi clase y no puedo creer que eso esté sucediendo. No debió pasar así. Él siempre llega en los días malos para hacerlos peores y, apenas hoy, caí en cuenta de eso.

Muchas cosas han pasado antes de hoy: entré a clases (dos veces) y estoy a nada de entrar a dos chambas (chambitas), pero tendría que dejar la escuela en la mañana. No me pesa, pero no quiero problemas en mi casa. Es de esos momentos en los que debo decidir, pero no será fácil tener contentos a todos en el mundo. Sea cual sea la decisión, alguien tendrá que enojarse.

La UNAM ha sido, lo poco que llevo del semestre, como una extensión de mis vacaciones. La única diferencia fue que debo levantarme temprano. Me siento como tomando mini cursitos de ingeniería, de esos que te sirven para armar robots y chips que prenden leds de colores.

Fuera de eso, sólo la sal de cada de día. A veces mucha sal, a veces la suficiente, a veces como que le falta, pero, en promedio, ha estado bien.

Pórtense como sean felices. Ya otro día les hablo más de mí.