Miedo a la oscuridad...

Recuerdo bien cómo comencé a tenerlo: una noche, en medio de un rancho sin luz artificial o natural, en medio de la nada, después de haber escuchado historias sobre brujas en forma de bolas de fuego que se llevaban a los niños de los brazos de sus padres. Sólo tenía una vela en mis manos, que no alumbraba a más de un metro.
Hoy en día, sigo teniéndole miedo. Sobre todo cuando tengo algún problema y debo quedarme a solas con ella. Me da una sensación de soledad que a veces me aplasta el pecho.
Sin embargo, también ha sido bastante generosa conmigo. Me ha cubierto de serenidad, de la capacidad de llorar con toda la tranquilidad del cielo.
Quiero ser feliz, lo deseo más que nunca. Y con estas fuerzas nuevas, me entrego a la parte de la oscuridad que te ayuda a pensar y a sentirte mejor. Todo esto con el fin de no volver a temerle, de enfrentar todos los miedos que pueda tener y mandarlos muy, muy lejos. Tengo planes concretos para ello y no estoy sola. Es hora de ser feliz de verdad.
Me volveré independiente y lo más fuerte posible.
¡A portarme como seré feliz!