Uno.
Al escombrar, me enfrenté con muchas cosas: fotos, cartas, regalos, objetos tuyos, dibujos. Todo eso me transportó a momentos muy buenos. Podría decir que los mejores que alguien ha podido darme en toda la vida. Por esos momentos es que hoy sigo de pie. Son los que me gritan que, tarde o temprano, me vas a buscar, vamos a platicar y las cosas empezarán a ir mejor cada vez y que debo tener paciencia y aguardar tranquila, por mucho que te extrañe.
Dos.
Entre tantos recuerdos, hallé una carta a mí misma de cuando tuve el enorme problema en mi casa por querer estudiar música. Cuando me puse a reflexionar al respecto, me di cuenta de que fui muy débil, pero muy valiente. Nada me detuvo para lograr alcanzar mi meta, pero no debí dejarme caer tanto.
A pesar de que, en esa ocasión, sí dejé por completo de comer, de beber y de dormir, nunca se me había presentado una situación tan demandante como ésta. Requiero paciencia, valor, fuerza (de voluntad, sobre todo), fe, entre muchas otras cosas. Nunca había tenido una prueba tan grande, pero creo que no me he hundido como en aquella ocasión. Eso me hace sentir bien, pues veo que he crecido mucho y que sigo madurando.
Tres.
Cuando te veo en la escuela, me tiembla todo el cuerpo, la panza se me enreda y puedo sentir a los méndigos murciélagos tratando de salir de mí, las extremidades se me ponen como espagueti, el corazón me empieza a latir rápido, rápido y las manos me empiezan a sudar.
Es una sensación muy chistosa. Me recuerda a cuando todo iba apenas empezando y yo hacía lo posible porque me vieras, cuando buscaba pretextos simples y complicados para estar contigo, cuando íbamos a la cineteca y apenas y nos rozábamos, pero nos moríamos porque el otro diera un paso más.
Es algo muy extraño también, porque me anima de una manera impresionante. Me gusta saber que estás de pie. Tal vez faltando a algunas clases, pero en pie al fin y al cabo. También me hace pensar que, si me saludas, es porque tarde o temprano vamos a platicar. Todo indica que debo permanecer tranquila.
Tres bis.
Hoy me hablaste por MSN. No fue lo que puedo definir como una conversación, pero quiero pensar que es un paso hacia adelante. Me imagino lo difícil que fue para ti tomar esa decisión. No me gustó saber que hay más cosas que te preocupan. Siento una enorme impotencia al no poder al menos darte un fuerte abrazo. Sabes que me tienes aquí. Así no estés listo para hablar algo de todo esto. Espero haberlo dejado muy claro hoy.
Cuatro.
Hoy me levanté, como todos los días, a darle de comer a mi perrito; desayuné, comí y ya hasta cené. No presumiré que muy bien, porque aún no me da mucha hambre, aunque también debe tener que ver la pastilla, porque he ido mucho al baño. No asistí a Composición de Canciones porque no hice trabajo para Jamoni. Además, no tenía muchas ganas de aguantarle sus actitudes. Como dije, ordené mi cuarto, lo que me hizo mucho bien. Fui a la escuela. Hablé con la gente del mundo.
También arreglé a Iguanín y hasta baño le tocó. Cosí la patita de Joshi y tejí un poco de mi bufanda. Estudié piano un rato también.
En general, creo que fue un buen día. Uno en el que sané mucho, porque me di cuenta de que sí se puede. De que sí puedo volver a la normalidad y partir de ahí para mejorar a la persona que soy. Me siento bien: como dando un paso (o, tal vez, hasta más de uno) para seguir adelante.
Cinco.
La clase de Yuri fue una completa terapia, caray. Hasta parecía que la preparó a propósito para mí. Daba justo en el clavo: decía palabras exactas, como en un guión; me volteaba a ver directo a los ojos justo cuando yo creía que no iba a poder quedarme más dentro de clase. No sé qué tipo de coincidencias sean éstas, pero, sin duda, es algo que Dios me da para estar tranquila. Thank you, You God!
Seis.
Hoy decidí apoyarme en las cosas buenas que tengo, desde físicas hasta emocionales, externas y esas cosas. Me ha salido bien hasta ahorita. Me he sentido mucho más segura, no sólo en el aspecto que perdí en este último mes, sino también con respecto a mi relación con el mundo exterior. Tampoco digo que haya desarrollado una actitud de que me vale madres lo que digan de mí, pero sí me es más sencillo convivir, decir chistes (hasta he recuperado un poco mi humor) o comentarios, sin que me importe quién se ría o no o quien esté desacuerdo. Repito, no es una actitud vale-madrista, sino mera seguridad. Otro paso que di y ha salido bien.
El siguiente debería ser poner más atención, porque he estado pensando en tantas cosas, que mi mente se dispersa con una facilidad impresionante.
Siete.
Hoy releí la conversación que tuvimos el lunes. Se puede decir que la última por MSN. Fui muy ruda y grosera. Te lastimé mucho y me arrepiento de eso. Mostré una parte muy fuerte de mi inseguridad al arrepentirme de una decisión que había tomado concienzudamente. Hoy me siento triste por las cosas que te dije. Sin embargo, me siento bien por saber que mucho de lo que me alejó y que me hizo decir que la relación no valía ya la pena, ya no lo siento así. Me sorprendieron muchas cosas de las que escribí ese día. Se me hace difícil creer en quién me estaba volviendo y tan rápido. Por suerte, he pasado más tiempo siendo una persona más coherente, que una persona cada vez más insegura. Creo que eso me está ayudando.
Ocho.
Hoy armé mi horario de la UNAM. Lo hice pensando en que esto va a funcionar y que los viernes vamos a poder vernos aún.
Te extraño. Te amo. Espero que las cosas que te aquejan se solucionen pronto o al menos se calmen.
0 soñadores:
Publicar un comentario