viernes, 20 de febrero de 2009

La trova y una canción country son mi refugio...

Creo que me estoy volviendo addhycta a desahogarme por este medio. Las hojas blancas de papel o en los cuadernos son muy especiales para mí cuando sé que voy a destinarlas a algo más personal que una integral de F(x) o ecuaciones con matrices que pueden hacer las computadoras hoy en día. Sin embargo, esta cosa tiene su singular encanto.

Ayer soñé cosas horribles. Soñé que no podía volver a verte porque no me lo permitían. Yo te metía a mi casa de una y mil formas, pero siempre nos cachaban. Una y mil formas porque, al final, cuando mi mamá nos prohibía volver a vernos, mi Addhy in-consciente decía, "No tengas miedo, sólo es un sueño, comienza de nuevo." Pero, todo terminaba igual. Yo lo único que quería era verte y estar contigo. Pero te veía y te abrazaba llorando, con una combinación de alegría y tristeza. Por eso intenté no llorar hoy al verte, pero hubo un momento en el que no pude más. Odio las pesadillas, pero odio más recordarlas tan reales y cercanas a la realidad, sin elementos de fantasía que me digan que eso no va a pasar.

Cambiando de tema, voy a confesar algo: no entré a clase de Cálculo Integral ni de Álgebra Lineal porque estoy hasta la madre de la Facultad de Ingeniería. Ayer por la noche me di cuenta de que es lo único que me puedo seguir pagando, porque en verdad, no lo hago. Lo hacen las personas que pagan impuestos y yo aún ni trabajo. Si me voy de mi casa, no puedo pagar una Academia como Fermatta, al menos hasta que pasen muchos años más y consiga progresar un poco. Es por eso que la detesto tanto a veces. A veces me gustaría sentirme a gusto ahí. Sentir algún tipo de pasión por las clases y los conocimientos que adquiero porque "quiero dedicarme a ello el resto de mi vida y amo eso". Me gusta lo que aprendo, pero no es mi máximo aún. No siento siquiera la responsabilidad de llamar para pedir la tarea y no atrasarme; de hecho, me parece hipócritamente responsable el hacerlo. Ni hablar, si a la larga es lo único que me va a quedar para prepararme de un modo profesional, tristemente no puedo abandonarlo. No aún...

A veces me da -muchísimo- miedo la forma en la que estoy pensando. Sueno a que va a ser todo muy fácil y lo voy a lograr de modo sencillo. Sueno a que detesto a mi familia por no entenderme y mucho menos respetarme. No es así. Yo no puedo odiar a la gente. Soy inútil para ello.

Sí. También hoy me di cuenta de ello. Iba de regreso a mi casa, en el metrobús. Había como dos chavos que me iban haciendo ojitos, los muy idiotas. Como iba de no-buenas por el hecho de tener que regresar a casa, los vi feo y sólo se apenaron mucho. Bueno, no es el punto. El rollo de este párrafo es que, después de verlos feo, vi el Parque Hundido. Por un momento recordé cómo mi abuelito -materno- me enseñó a deducir las edades de los árboles, cómo me enseñó a oler la naturaleza de una forma única, el modo en que hablaba del fuego, del viento, del agua y de la tierra y de cómo cada uno es parte de nosotros. Recordé mucho acerca de él. Él me formó en gran parte de mi vida. Creo que en el deseo de mi abuelito por querer 'echarme a perder' (por aquello de que ya no le tocaba educarme), hizo de mí alguien mucho mejor. Recordé cómo mis primos lo querían por los dulces y regalos de Reyes que nos daba. Yo lo amaba por jugar conmigo, por enseñarme, por ir por mí a la escuela, por darme placebos muy azucarados y chocolatosos y heladosos y abrazadores... Lo amaba -y lo amo- por todo lo que hizo por mí, en mí y para mí. Hasta la fecha, es la persona más sabia-querible-quemequería que he conocido y que ha cambiado mi vida entera. Lo extraño muchísimo en los instantes en que tengo problemas con mis papás. A veces me gustaría escucharlo una vez más, dándome un consejo o un regaño. Cualquiera de los dos valdría diamantes enteros o millones de pozos de petróleo. En fin, el punto es que no puedo odiar al mundo entero porque una vez bien-aprendí que siempre hay buenas-cosas si las vemos con buenos-ojos. Tampoco puedo odiar a toda la gente, porque he conocido a personas muy valiosas a lo largo de mi vida.

Retomando el asunto del inicio: me volé dos clases... Y, ¿qué hice? Me fui a ver a Alekz. Lo necesitaba de verdad. Es la única persona capaz de hacerme sentir un mucho mejor y con quien puedo pensar un poquito más con la cabeza y sin tanta víscera, como me dijo ayer mi papá. Además, es la única persona que no me dice, "No llores", si se me empiezan a salir las lágrimas de forma estúpida e irracional. Sólo me abraza y deja que salga todo lo que tenga que hacerlo. Por si fuera poco, abraza bien rico y sus besos me hacen olvidar todo mi alrededor, como si mis dramas desaparecieran y ya no importara mi casa o la Facultad o mi ausencia a las clases o mis disque faltas de respeto a la sociedad (como si ella me hubiera tratado tan bien... Bah!). Hasta se me olvida cómo llorar de tristeza. Tuvo examen y yo me tenía que ir a más tardar a la una en punto, porque mis papás no supieron que no asistí a clases y mucho menos iba a encontrarme con él. Pero, cuando llegué al transbordo en Nuevo León -la estación-, no pude continuar, porque no quise. Así que llamé a mis papás (a cada uno por separado) y les mentí para poder regresar con Alekz. No quería regresar a ver la cara de mi mamá, o tener que soportar sus ideas pseudoliberales. En verdad sigo enojada y creo que ella también, pero ha aprendido a ponerse máscaras con sonrisitas. Yo no. Y, por, eso me llaman berrinchuda y caprichosa. Yo pienso que por fin descubrí que mi futuro tiene que agarrarse de algo muy fuerte y aún no sé de qué. Lo de irme no es definitivo HOY, por las razones que ayer expuse. La verdad, me da miedo hacerlo. Supongo que me da miedo crecer una vez más. Ayer le dije a mi mamá que no sé por qué no entiende que no soy como todas las niñas fresitas (bueno, sólo dije, "niñas") y me dijo, "Bueno, si no eres como todas y no te parecen las reglas, las puertas de esta casa están abiertas para cuando te quieras ir."

¡Carajo! Esa maldita frase de nuevo. Pero, tal vez, sólo tal vez, necesitaba escucharla para tomar el coraje suficiente para darme cuenta de que quiero luchar más por mí y un poco menos por los demás. Porque la verdad es que no siempre pienso en mi persona para tomar decisiones.

Además, como complemento de mi vida, mi alimentación fue un asco: no desayuné por puro orgullo (aunque tampoco tenía hambre), "almorcé" un sandwich y un "Café Chuy" (té chai) como a eso de las once, con dos tragos de Arizona, después de un rato, tomé un vaso de cerveza, comí un frasquito de helado (mi meta era un litro, pero ni para eso dieron mis cuasiganas) y cené un sandwich de queso y un Yakult. No he tomado agua ni medicinas (son recetadas por un médico, yo odio creer que soy médico e ingerir drogas porque confío en que me harán bien) ni algo que me haga bien. Empieza a dolerme el intestino y la cabeza. Juro que es el único día que va a pasar, porque doy para más y puedo con esto.

Gracias por cuidarme tanto. Sin ti, creo que ya estaría otra vez en una esquina de mi habitación, escuchando lluvias que nadie más puede oler. Sé que te saca de onda escuchar esa canción en mí. Lo siento. No es mi intención mantenerte preocupado o intranquilo. Pero no puedo dejar de escucharla. Siento que fue el botón rojo de muchas cosas. A veces me lastima mucho y me hace llorar tanto, que me da miedo ahogarme como Alicia; pero, hay otras que me da fuerzas y poderes impresionantes, no como los que dan los Vans, pero sí como el recordar lo que Dios dio por nosotros a lo largo de nuestros años: amor, sueños, sentimientos, diferencias, -auto-descubrimientos, enseñanzas (darlas y recibirlas), esperanzas, errores, caídas, trabajos y una larga lista de cosas de todo tipo. Todo eso y más ha significado esa cancioncita para mí. Por eso, no te preocupes si la escucho y/o la canto, porque me ha ayudado bastante... Lo más probable es que un día la deje y sólo la recuerde o con mucho cariño o con mucho odio, pero ya habrá pasado su momento.

Como sea... Tal vez mañana será un mejor día. De verdad deseo eso. Tal vez si me despierto de buenas, ayude... Tal vez si logro olvidar mis pesadillas y empiezo tomando agua y medicinas antes del desayuno y hago ejercicio y llamo para preguntar las tareas... Pero, aún no siento los ánimos para ello. Me deprime verme deprimida y llorosa. Será mejor que empiece a darme mejores caras, porque no sé cuánto va a aguantar mi cuerpecito (por aquello de la colitis, sobre todo)...

Ya quiérete, Addhy, por favor...


Gracias adicionales a esa cancioncita, a Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Alejandrio Filio, Joan Manual Serrat, Joaquín Sabina, Olguita Romás, Ana Belén y más por el estilo...

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