Años después...

¡Hola! ¿Cómo estás?... Ay, Dios. ¿Ya vas a empezar de nuevo?... ¿Cómo que con qué? Ya te había dicho que no puedo este sábado, tengo sesión en el estudio todo el mes... No es que no quiera ir, simplemente tengo un compromiso, ya lo sabías... ¿Otra vez reclamos?... Pues, eso me parecen... Mira, te propongo ver si lo puedo mover, pero no estoy segura. Luego te marco, ¿sí? Estoy a mitad de una junta... Que haya estudiado música no quiere decir que no tenga juntas. Ya te he contado que es con otro productor... Sí... No... No, ése no... Tengo que colgar... Es que siempre me hablas en horas de chamba... Pues, así es esto. Mejor yo te marco... No, gracias... No, yo creo que él no iría si acaso puedo ir yo, pero ya te dije que no hay mucho chance, ¿sí?... Porque él también tiene trabajo... No empieces... Pues, tal vez tanta cosa que dices te diga por qué no te marco seguido... Mira, tengo que irme, estoy en junta. Te marco. Chao...

-¿Todo bien?
-Lo de siempre: una comida el sábado con personas que no quiero ver y nos invitan.
-¿Quieres ir?
-No, prefiero quedarme y componer un poco. ¿No quieres tú?
-Claro que sí, mi amor. Oye, ¿el sábado no es cuando invitaste a comer a tu hermana?
-No, la invité el viernes. ¿Vas a estar?
-Si quieres, las dejo un rato para que platiquen y luego vamos al cine o algo, ¿no?
-Va, pero invitas las palomitas.
-Ja, ja, ja, está bien. Se nos hace tarde, ¿nos vamos?
-Sí, claro.